sábado, 12 de marzo de 2011

Jasón

En la ciudad de Yolco reinaba Esón, casado con Alcímeda. Su hermano Pelias le arrebató el trono y lo encarceló de por vida, obligando a Alcímeda  a convertirse en su concubina. Previamente, consiguieron que un criado se llevara a su hijo Jasón a las montañas para que lo educara el centauro Quirón.
Pasaron los años y, cuando Jasón llegó a la adolescencia, regresó a la ciudad del Yolco. Se había convertido en un joven de un atractivo irresistible, y de echo no se conoce a ningún héroe que le superara en belleza. Iba vestido de un modo extraño: con una lanza en cada mano y cubierto con una piel de pantera, llevaba una sola sandalia, pues se dice que perdió la otra al atravesar un río en el camino. Y así lo vio llegar Pelias mientras estaba celebrando un sacrificio. Pero Pelias, al observar al joven se aterrorizó: el hecho de que solo llevara calzado un pie le hizo recordar un antiguo oráculo que le había advertido que se protegiera del hombre con una sola sandalia.
Cuando al día siguiente Jasón fue al palacio, se dio a conocer y le reclamó a Pelias el trono de su padre. Pelias no se atrevió a negarse, preocupado por el oráculo, y le dijo que se lo devolvería si le traía el vellocino de oro. Y Jasón, después de aceptar, hizo la voz de que iba a emprender una gloriosa empresa y no menos de cincuenta héroes acudieron a su llamada con el afán de participar. Entre la larga lista de los que en la aventura se embarcaron figura Tifis, el mejor timonel de la Hélade; Orfeo, el maravilloso poeta y cantor que con su lira era capaz de amansar a las olas; Cástor y Pólux, Heracles, Telamón, Peleo, Laertes, así como Zetes y Calais, los hijos del dios Bóreas. Se presentó incluso Atalanta, la única mujer de la expedición, famosa atleta y capaz luchadora.
El vellocino era la piel de un carnero alado, de lana de oro, regalo de Zeus que, muchos años antes, Hermes le había llevado a Néfele, esposa de Atamante, rey de Orcómeno, para salvar  a sus hijos Hele y Frixo. Atamante había repudiado a Néfele y estaba dispuesto a sacrificar a sus hijos, engañado por las maquinaciones de su segunda esposa. Los niños huyeron volando hacia el Este sobre el magnífico carnero alado. Sin embargo, en el trayecto, la desgraciada niña cayó al mar y se ahogó: desde entonces, esa zona del mar en que cayó, entre los estrechos que conducen al Ponto Euxino, recibió en recuerdo suyo el nombre de Helesponto, es decir, mar de Hele. Frixo en cambio consiguió llegar a la lejana Cólquide, situada al otro lado del Ponto Euxino, país en que reinaba Eetes, que la conservó como un maravilloso talismán de poder y la colgó en un árbol gigantesco del bosque sagrado de Ares, donde permanecía custodiada por un terrible dragón.

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