martes, 15 de marzo de 2011

Roma

En la historia de Roma se distinguen tres periodos:

-La Monarquía (753-510 a.C.): según la tradición, Roma fue gobernada por siete reyes que sentaron las bases de su futura grandeza. Los romanos expulsaron al último de ellos y establecieron un gobierno republicano.

-La República (508-27 a.C.): en esta etapa los romanos conquistaron primero Italia y afianzaron después su poder en el Mediterráneo, incorporando muchos territorios. Se desarrolló una forma de gobierno basada en distintos tipos de instituciones -Asambleas ciudadanas y Senado-, en el que el poder ejecutivo lo ejercían magistrados de elección anual. Primero hubo una progresiva igualación de derechos políticos entre las dos principales clases sociales heredadas de fines de la Monarquía: patricios y plebeyos. En los dos últimos siglos de la etapa, conflictos sociales por el reparto de la riqueza, que degeneraron en guerras civiles, favorecieron cambios en el sistema político.

-El Imperio (27 a.C.- 476 d.C.): El Senado y las instituciones republicanas perdieron gran parte de sus atribuciones, ya que apareció la figura del emperador, que, monopolizando varios poderes, controló la cúspide del sistema político. Se divide en dos estapas:
 
   
       -Alto Imperio (27 a.C al siglo III d.C.): Su poder se basaba en la fidelidad de un ejército disciplinado e imbatible. Pero seguía vigente la legalidad republicana: el Senado, como teóricos representante del pueblo, debía renovar anualmente los poderes del emperador, y las Asambleas se reunían muy poco y para elegir cargos secundarios. Con el Imperio, Roma alcanzó su máxima expansión. En el siglo III, hubo una gran crisis económica, social y política, de la que solo se saldría adoptando importantes reformas.
    
       -Bajo Imperio (siglo IV y V d.C.): el emperador era un monarca absoluto por derecho divino. Quedaron totalmente anuladas las instituciones republicanas: las Asambleas ciudadanas desaparecieron y solo pervivió hasta el final un Senado consultivo aún más controlado por el emperador, que solo asumió funciones de gobierno en momentos de crisis. El cristianismo ascendió rápidamente, asociándose al poder casi desde principios del período. Hasta el final, el Imperio se dividió en dos partes: Imperio de Oriente e Imperio de Occidente, con dos emperadores. Cuando en el año 476 el emperador de Roma fue destituido, se desmembró el Imperio de Occidente; pero el de Oriente, con capital en Constantinopla, continuó existiendo durante toda la Edad Media con el nombre de Imperio Bizantino. 

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